09.08.10. Me levanto temprano. Nublado, efectivamente, pero la decisión está tomada. Desayunar, prepararse y de camino hacia Luz-Saint-Sauver. Desde Pierrefitte se entra en una estrecha garganta que sube remontando el curso del Gavarnie. Da impresión, abajo el agua que baja tumultuosa, arribla niebla cerrada. Aparco a pie de puerto y me preparo, bien concentrado. Respeto y decisión. Por las alturas, en algún sitio, espera el mítico Col du Tourmalet, y yo vengo dispuesto a conquistarlo.
Algunas bicis ya bajan. Todos llegan bien abrigados. Nada más salir, el primer borne: puerto a 18km, 1400m de desnivel a salvar. Y este primer km al 7%. No debe haber muchos descansos, pues la media es del 8%.
Voy pillando ritmo, prudente pero al tiempo constante y decidido. Poco a poco la niebla se va cerrando. Me levanto las gafas, que se empañan. La humedad se licúa en el vello de los brazos y no tarda en aparecer un km al 9%. No hay nada que contemplar, salvo el entorno inmediato. Se adivina la permanente cuesta, los verdes campos, muchos arroyos, pequeños barrios. Así se ve el valle desde las alturas.
Tras 7km llego a Barèges pueblo, en fuerte rampa. Por el centro de la villa, muy animada, suaviza un poco y me animo. Pero dejando atrás las últimas casas vuelve la cruda realidad: soledad, niebla cerrada y un cuestón que te cagas. A cambiar de piñón y apretar los dientes.
El cartel dice que ya "sólo" quedan 10km, y la mayoría oscilan entre el 7 y el 9%. Me gusta que el ritmo sea sostenido, aunque duro. Para un diesel como yo es la mejor situación estando fuerte. Otro rato y paso por un largo viraje donde hay un jardín botánico, telesillas en funcionamiento y el GR10 que se interna hacia el sur, buscando los lagos del Macizo de Néouvielle.
Se nota que empiezo a estar a bastante altura, aunque no veo más allá de 50-60m. Pero parece claro que aquí lo que hay es prados y ganado. Sigo pues, y al rato empiezan a encadenarse las curvas. El sudor se estaba quedando frío, pero, en poco tiempo, una luz empieza a brillar en lo alto y la temperatura se vuelve más reconfortante. Quedan 5km y esto empieza a ser alucinante.
Mirando para arriba se puede ver al fondo dónde está el puerto.
La niebla se abre y, como una aparición, enormes riscos me rodean a gran altura. Estoy empezando a salir de la nube, y todo es cada vez más preciso. Abajo va quedando el valle, sumido en un mullido colchón de niebla, y por encima un endiablado reguero de curvas trepa por los montes buscando el paso a más de 2000m de altura.
Lo que también empiezo a ver con claridad, entre los enormes prados de las laderas, es un reguero de ciclistas dispersos. No es que la pendiente sea mayor que antes, es que son ya muchos km y la gente tiene un límite. A mí fuelle me sobra, así que para mí el efecto es el contrario. Saber que quedan pocos km, ver tanto ciclista en apuros, divisar el objetivo por las alturas, todo me da ánimo.
Empiezo a adelantar ciclistas. Uno se para delante mío y directamente se tira al suelo. ¿Estás bien?, le pregunto en francés. Bien, bien, la espalda me mata, contesta. Más arriba 2 roulottes tienen que maniobrar para poder cruzarse, con el precipicio a un lado.
Esto es ya mucho más entretenido y bonito, algunos van literalmente clavados, buscando un desarrollo que ya no existe. Ya van varios km con la carretera cubierta de nombres de ciclistas y palabras de ánimo.
Para cuando me doy cuenta paso el cartel de último km. Como no podía ser menos, y para redondear la hazaña como se merece, éste es el único km al 10% de media. 100m de desnivel a salvar en 1km. Ya adivino dónde debe estar el puerto, pero no se ve en ningún momento. Una última rampa durísima.
Y tras girar a la derecha, de sopetón, allí está. La gente, el monumento, el restaurante, el lío. Paro y tardo un poco en recuperar el resuello. Y es que la parte final la hice casi a tope. Lo primero, la foto en el cartel del puerto.
Luego me dejo caer un poco por la otra vertiente para ver subir a los esforzados desde la estación de La Mongie. Impresionante.
Por el lado que yo he subido, la cara oeste, la vista es espectacular, todo rodeado de picos, y en medio un gran valle totalmente sumido en la niebla.
Un trago de agua es todo mi premio material, el espiritual es acongojante. Me pongo ropa larga, seca, y el chubasquero, pensando en el descenso. Los primeros km los hago muy despacio, disfrutando del sitio y haciendo fotos. Al llegar de nuevo la niebla se acaba también la batería de la cámara, así que ya bajo todo seguido. El freno siempre medio puesto, pues la pendiente es fuerte e interminable.
Suerte que los puertos se hacen primero subiendo, porque si hubiera tenido que hacer primero esta bajada, jamás me hubiera atrevido luego a acometer la subida, se me hubiera antojado sencillamente imposible.
Pues listo, conseguido. Ha sido duro y largo, 1h50min de fuerte y constante subida, sin parar. Pero también una experiencia preciosa, muy satisfactoria e inolvidable.