26.5.07

Harkaitz Cano (2002). Enseres de ortopedia inútil (Telefono kaiolatua)

Cuesta abajo en el mar
Un día de septiembre, sin gafas, caminando por el Paseo de la Concha. Creo ver en la playa el cuerpo inerte de un jabalí. Sé que es imposible y cuando aprieto los ojos para enfocar mejor compruebo que no se trata más que de un enorme amasijo de troncos y algas rojizas. Empieza a llover y me refugio en una librería. El dependiente me mira mal y decido disimular: de la estantería metálica elijo una revista que jamás se me ocurriría leer: es una revista sobre animales, y, casualidades de la vida, una de las fotos se refiere a un jabalí. El pie de foto reza: "El jabalí se caracteriza por su gran sentido de la orientación". Veo en la TV aquel mismo día un reportaje sobre la 1ª expedición a las Indias de Cristobal Colón. El mar me trae a la mente el "jabalí de algas rojizas" visto en la playa y no me acabo de creer que Cristobal Colón fuese el 1º en llegar a América. Corro al ordenador y empiezo a escribir. Y escribo que varios años antes de la expedición de Cristobal Colón hubo otras 2 expediciones que fueron silenciadas para evitar el escarnio del fracaso. Mi relato tratará de la 2ª expedición. Los miembros de la tripulación cargan una enorme jaula al barco. Dentro de la jaula va su brújula. Brújula, que no es otra cosa que el jabalí que tan gran sentido de la orientación parece tener. Toda la expedición muere durante el viaje, pero el barco encalla entre las rocas del Nuevo Mundo. Sólo el jabalí sobrevive, y camina entre las rocas hasta la playa, mudo testigo del mundo recién descubierto. Enmendada queda por tanto por la imaginación, la otra muerte, la muerte imaginaria del jabalí que mi propia miopía creó en la Playa de la Concha.
El diario secreto de Crusoe
Hay 1 tema referente a Robinson Crusoe sobre el que no nos han hablado, algo que le haría más llevadera su soledad, algo que el escritor Daniel Defoe, cuidadosamente y también podría decirse que de forma mezquina, nos ocultó.
Whisky & Nolotil
Estudias para tener un oficio y luego el oficio te cambia, te convierte en otra persona. Quiero decir, una persona mucho + miserable de lo que eras.
El juego de los viernes
Esto es lo que había que hacer: llegar corriendo a la cabina antes de que el contrario alcanzara la suya, abrir de golpe la puerta de biombo y luego, con el auricular en la mano, marcar lo + rápido posible un nº de teléfono previamente establecido por los 2 contrincantes.
Había que invitar a bailar a quien respondiera al otro lado de la línea. Evidentemente, casi siempre era el que 1º llegaba y 1º marcaba quien conseguía la cita. Mientras tanto, el que estaba en la otra cabina telefónica, a 80 pasos -hablemos claro: el perdedor- oía la señal intermitente de que estaba comunicando.
Saigón
El odio siempre encuentra su camino. Su camino propio y específico. Cada cual se venga del mundo como puede. O como le dejan.
El sofá
-¿Sabe cómo se mata a los pulpos?
-¿Los pulpos? ¿Y a qué vienen ahora los pulpos, señor?
-Primero hay darles en la cabeza y luego golpearlos contra las rocas, para que queden sabrosos.
-Jesús... Mi marido nunca me ha dicho nada sobre los pulpos en sus cartas, señor.
-Como puede ver, no resulta tan fácil acabar con un pulpo. Los recuerdos son también como los pulpos. Casi podría decirse que resulta + fácil acabar con 1 hombre que hacerlo con 1 pulpo, o con 1 montón de recuerdos.

19.5.07

Irene Zoe Alameda (2004). Sueños itinerantes.

La pesadilla de la anestesia.
No tengo cuerpo: la conciencia es 1 punto de luz que percibe otros puntos, que son otras conciencias. Y ese punto de luz, pura potencia de pensamiento, que es uno mismo, tiene nostalgia de la vida, recuerda, sólo puede recordar, porque su voluntad de acción queda anulada desde el momento en que se enfrenta al hecho: no tiene cuerpo. Y 1 obsesión: quiero 1 cuerpo, y 1 recuerdo: yo, con mi cuerpo, en mi cocina; yo y mi cuerpo en el mundo material, quiero 1 cuerpo, palpar, sonido… sólo recuerdo, ausencias.
El platonismo, y + tarde el cristianismo, dibujan teorías de 1 sadismo cruel y refinado. Todo lo que propugne la disociación de alma y cuerpo me pone a temblar. En cambio, si la muerte es muerte total, sin recuerdos, no me da miedo: me muero y basta.

Creer que algo es propio es 1 engaño: somos meros intermediarios hasta el próximo poseedor. Es angustioso vivir y no poder decir que nada es mío. Eso es lo que también angustia a Qohelet en el Eclesiastés. No se retiene nada, se corre tras el viento. Creemos tener 1 verdad, pero esa verdad se transfigura sin parar. Porque somos tiempo que fluye a través de 1 conciencia, no 1 conciencia a través de la cual corre el tiempo. El tiempo es + protagonista que nuestra conciencia.

Creer es saber ciertas cosas que para uno son verdad, cosas que uno no conoce aún. Por ejemplo, creer que el mundo existe antes de mí, y que continuará existiendo cuando me vaya. Pero, ¿y si lo que nos rodea no es real?, ¿y si la realidad la crea uno mismo? Nada existe, todo lo que veo es una extensión de mí.

Contrapasso.
Quien te da amor, después te inflige mucho odio. A cada cantidad de felicidad le corresponde 1 equivalente de desdicha. Es el concepto que desarrolla Dante en el Inferno: se establece la penitencia apropiada a cada individuo por su transgresión. La transgresión brinda 1 placer que + tarde queda contrarrestado con el castigo.
3ª ley de Newton: a toda acción se opone siempre 1 reacción =. Pero no puede haber equilibrio cuando se introduce el factor humano. Las fuerzas actúan sobre sujetos que son diferentes, y por eso la justicia es imposible: es una cuestión física.
Quizá el contrapasso no sea otra cosa que el instinto imposible de justicia: la reconquista del statu quo a base de esfuerzo, el intento humano de reinstaurar lo irrecuperable en el tiempo. Y pasa en todas las culturas. El argumento siempre es el mismo, leas 1 obra griega, o persa, o china de cualquier época: lo dicta el contrapasso.
Es uno de lo mínimos comunes denominadores del factor humano: 1 confidencia exige otra confidencia, o el peso de la enemistad a cambio; 1 atención exige otra atención, o el peso de la indiferencia a cambio; 1 regalo exige otro regalo, o el peso del egoísmo a cambio; el amor exige de amor, o el peso del odio… a cambio.
Pero, ¿de qué valen la palabras? Lo que se dice sirve sólo para entretener.

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A lo largo de los años (y no son tantos), se pierde la capacidad para el frenesí: el aprendizaje de las leyes de causa/efecto que brinda la experiencia hace que se puedan estimar los ritmos y los momentos oportunos para actuar sobre los demás. De modo que las emociones pueden ser mitigadas o aplazadas, y se va tendiendo a valorar + la buena dosificación de señales, palabras o contactos que la revolución íntima que alguien pueda desbocar en ti. Los afectos pueden seguir siendo sinceros; pero la pérdida de lo inesperado, ese resabio que convierte a cada nuevo conocimiento en un reconocimiento parecido a algo anterior, hace que se vuelva con nostalgia la memoria a la 1ª emoción.

Se endurecen las personas, nos endurecemos, y la causa es el despojo al que nos vemos sometidos, incluso contra nuestros cálculos de todas las circunstancias.

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El valor de la vida como digresión.
Es como en las novelas de aventuras: sabes perfectamente cuál va a ser el final, porque conoces ese género, y aún así, lo importante no es que se salve o no el protagonista, sino cómo ocurrirá lo que el lector sabe que va a ocurrir de todas formas.

El placer de cualquier historia no está en la historia, sino en su letra, en su litera, historicidad frente a literatura: el valor de la digresión está en ella misma, es prescindible, sin ella el argumento permanece inalterable (el ser humano nace y se muere) pero quién piensa en el argumento cuando está disfrutando de la lectura.

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Ser, estar, tiempo.
Estar neutro es ser desmesuradamente. Estar de ningún modo... es ser. El tiempo atribuye la contingencia a las personas: estoy así o de otra manera. Y es la especulación, capaz de desprender de la contingencia, la que conduce al ser. Así, vivir bajo el factor humano, trascenderse, obedece a la siguiente ecuación: estar - tiempo = ser.

La eliminación del tiempo es, pues, el objetivo de todo sujeto pensante para llegar a la verdad, ya que el tiempo comporta el mayor obstáculo para desprender a la persona de su contingencia, de su temporalidad.

De lo anterior se deduce que estar es pensar: estar = pensamiento.

Si igualo las 2 ecuaciones, es posible clarificar algo + el concepto de ser: ser = pensamiento - tiempo.

El ser es el pensamiento que prescinde del tiempo, el pensamiento que prescinde de la contingencia, los sentidos, mi cuerpo húmedo, el aroma a hierba y el cansancio.

Y para conocer el tiempo tengo que eliminar el factor humano: tiempo = pensamiento - ser.

Lo que equivale a decir que el tiempo es el pensamiento sin trascendencia, pensamiento sin +, pensamiento en sí mismo arrebatado de su objeto. ¿Qué ente es aquel al que definimos como pensamiento puro, pensamiento sin objeto de pensamiento? Dios. Dios es el pensamiento inmanente y sin trasfondo, pensamiento excluido de la necesidad de encadenamiento causa/efecto. Y ese pensamiento estéril, permanente, que no conduce a nada porque su justificación está en sí mismo, es el tiempo.

El tiempo es Dios. Dios es el tiempo, definido como pensamiento aislado de todo contexto.

14.5.07

Donostiako Maratoi Erdia 13/05/07

Esta media se me resiste. No me acostumbro al calor húmedo (25-28º), y encima viento. Pero lo peor la estrategia.
Me vi delante en la salida y casi sin querer hice los primeros kilómetros por debajo de 4 minutos, justo lo que me había prometido no hacer después de lo del año pasado.
Ligero y fácil, para el km 7 ya empecé a notar que las fuerzas mengüaban; poco a poco, me iban adelantando por todos lados. No me preocupé mucho, pensando que si me dejaba "caer" hasta la media de 4min/km acabaría enganchando el grupetto adecuado.
La subidita de Gros llegando al km 10 ya me iba quemando, pero al paso por la primera vuelta seguía con adelanto.
Y a partir de aquí, todo a peor: calor, agua, esponjas, contra el viento entre el Urumea y La Concha, tubos de escape, en esto que me pilla un grupo y resulta ser el de la liebre de 1:25. ¡La debieron poner a última hora y no me enteré! Si lo llego a saber me hubiera lapado aquí desde el principio, ahora ya me veía muy justito. Aún así lo intenté, pero llegando al km 15 tuve que desistir: todavía quedaba mucho y estaba "quemado".
Sufriendo, con ganas de abandonar, fui tirando como pude hasta el final por ver de frenar la sangría.
Tiempo: 1:27:40 (1ª vuelta 41:35)
Puesto: 226º de 1263 (100º vetam)
En fin, al menos hice minuto y pico menos que el año pasado, pero mi evolución en carrera ha sido casi calcada. Desde luego, no aprendo.
Había entrenado esta carrera específicamente y con ilusión, llegaba fino (63kg) y confiado, quizá las condiciones no eran las mejores, o estoy un poco saturado. El caso es que se me dio mejor la media de Madrid a mitad de temporada. Lo mejor es que descanse un poco y aproveche para darle a la bici con el buen tiempo.
Fin de temporada (salvo compromisos) hasta que llegue el veranito y empiece a ponerme las pilas para el próximo reto, y éste sí es ya más serio: Maratón de Berlín el 30 de septiembre, ¡guau!