16.10.13

XXX. Arrasate - Oñati Lasterketa 12.10.13

Ya van treinta ediciones de esta popular carrera entre Mondra y Oñati, pero nunca había tenido ocasión de participar. Aprovechando la coincidencia de ser festivo el sábado, esta vez sí pudo ser. Y qué mejor ocasión, pues en verano se inauguró el flamante bidegorri que une ambos pueblos. Eso ha dado la posibilidad de que la carrera discurra en gran parte por el mismo, en vez de por la carretera. El bidegorri discurre principalmente por el lado contrario del río, y muchos de sus tramos son preciosos, incluso idílicos. Desde Mondra hasta el cruce de San Prudencio se sigue el curso del río Deba. El tramo más largo, pasando por el barrio de Zubillaga y hasta el pueblo, remonta el río Oñati, afluente del Deba. Así pues, el recorrido es un falso llano que va ganando algo de altura poco a poco. 


A las cinco de la tarde se dio la salida a los patinadores, y diez minutos más tarde salíamos los casi cuatrocientos corredores desde el Portalón, una de las antiguas puertas de la villa medieval. Salida incómoda para la cantidad de gente que nos apiñábamos bajo el arco, dispuestos a salir disparados cuesta abajo por una calle estrecha y con difícil pavimento.
Salimos, pues, y me quedé atascado hasta que enfilamos la carretera. Allí fui adelantando posiciones hasta llegar al desvío hacia Durango, donde entramos en el bidegorri. Entonces me di cuenta de dos cosas. Una, algo había pasado con el gps y solo podía ver las pulsaciones. La otra, lo de siempre. Cuando la primera chica me alcanzó, un rato después de haberle yo pasado a ella, ya vi que iba demasiado forzado para la mucho que quedaba de carrera. Fuimos juntos un rato, pero a la altura de San Prudencio dejé de seguirla, me estaba sacando de punto, la chavala iba sobrada y corría en progresión.
Me centré entonces en las pulsaciones. Leí 172 ppm. Un poco altas me parecían. Decidí, pues, aflojar un pelín e intentar estabilizarme en 170 ppm. Y fue una decisión estupenda. Eso me permitió llevar un ritmo aceptable y asequible a la vez, con lo que pude disfrutar bastante del recorrido. En Zubillaga alcancé al veterano Ramón Varela, padre de Yerai, ganador de la carrera. Y con él hice toda la segunda mitad, su ritmo era perfecto para mí. Además, muchísima gente le reconocía y jaleaba, con lo que disfrutamos de bastante animación.


Entrando en el pueblo empezamos a acelerar, casi sin querer. Las pulsaciones subían un poco, pero a esas alturas ya no importaba. Llegando al centro había ya mucha gente animando y aplaudiendo, los niños sacaban la palma de la mano para chocar, entramos en la plaza y enfilamos Atzeko kale. Aquí un poco más solitario. Pero fue girar para enfilar el suave descenso de Kalebarria y el jaleo del público te llevaba en volandas. Fui apretando cada vez más y entré feliz bajo la pancarta de meta en plena plaza. Seguidamente saludé a Ramón y me disculpé por haberme adelantado justo en el sprint, después de haberme llevado a un ritmo ideal tantos km.
Lo del reloj, por mucho que lo miraba, no había manera de entenderlo. Al final me enteré que había quedado el 49º de 345 corredores a un ritmo medio de 3:52 min/km. Fenomenal. Tras charlar un rato con la familia Varela al completo me fui a la ducha. No me notaba cansado.


Luego tocaba seguir celebrando. No la carrera, sino la visita al pueblo a través de mi amiga Jaione, anfitriona ideal. Poteo, paseo, cena... aunque no pueda ir con frecuencia, hay que estar al día de cómo va el pueblo, el nuevo sistema de basuras, los viñedos de Zañartu, el queso de Urbia, el nuevo hotel en la torre Zumeltzegi, el flamante bidegorri, el nuevo edificio de Empresariales en Ibarra... y tantas otras cosas.