27.5.16

Cto. Madrid Carreras de Montaña. Cercedilla 22.05.16

El caso es que no corrí mal, pero la realidad es que tardé dos minutos más que el año pasado. Salí algo conservador, y al entrar en senderos estrechos perdí tiempo al no poder adelantar. Pero mira, si otros salieron mejor colocados y además aguantaron el tirón, pues se merecieron quedar por delante.
Es un circuito el de Cercedilla que me gusta bastante. Algo más de 13 km y algo más también de 500 m de desnivel positivo acumulado. Llano hay muy poco. Tanto las subidas como las bajadas no son ni cortas ni largas, entretenido pues. La pendiente parecido, nunca tan fuerte como para tener que andar; y bajando hay que ir muy concentrado, pues se coge bastante velocidad con un terreno de poca confianza.
Arriesgué poco, regulé bien y llegué con fuerzas a la parte final que, si no me sirvió para llegar a buenos puestos, al menos sí para adelantar posiciones, algo siempre agradable.
Este año había más nivel que el año pasado. Así que, entre una cosa y otra, la defensa del título se quedó en un digno cuarto puesto. Contento con la carrera en todo caso.

15.5.16

Passe, passe le temps, il n´y en a plus pour très longtemps


Aloñako Igoera 2005
Aloñako Igoera 2006
Aloñako Igoera 2007
Aloñako Igoera 2008

Aloñako Igoera 2009
Aloñako Igoera 2010
Aloñako Igoera 2012
Aloñako Igoera 2013
Aloñako Igoera 2014
Aloñako Igoera 2016

Vuelta a La Jarosa 07.05.16

10 km. Se sube desde el pantano siguiendo el arroyo del Picazuelo y luego por carretera hasta la pradera del Tomillar. La segunda mitad es la estupenda bajada por el barranco de los Lobos y el arroyo de la Calle de los Álamos hasta la meta en la zona del parking La Jarosa II.


Como ahora vivo por aquí, frecuento bastante este recorrido. Hace dos meses estaba todo cubierto de nieve, precioso. Me apetecía. pues, repetir una carrera que conocí hace dos años. Sin embargo, cuando fui 12 días antes a inscribirme ya estaban agotados los dorsales.
Aún así decidí salir acompañando a mi colega Luismi. Solo al principio, pues en cuanto empezó la subida se me fue escapando por delante y no le pude seguir (felicidades por ese tercer puesto, chaval). No subí muy mal, pero siempre con la sensación de tener que retenerme las ganas si quería completar la subida.
La bajada, sin embargo, la hice mucho mejor. La conozco bien y me encanta, con tramos de cierta pendiente, poco técnicos, cruces de arroyos, una parte final más suave a ritmo... llegando a meta me aparté y creo que no molesté en ningún momento a nadie.
Espero volver el año próximo y hacer una buena carrera, esta vez con dorsal.

12.5.16

Aloñako XII. Igoera 01.05.16

Cartel de la carrera de este año. Por la izquierda viene la sierra de Aizkorri. Tras el collado de Biozkorna (1.195 m), en natural prolongación, la rocosa sierra de Aloña domina con una balconada la villa de Oñati (231 m). 



Los tupidos bosques de haya esconden un largo y sinuoso sendero, divertido y algo peligroso, que hará las delicias del corredor que baja buscando el valle camino de meta. Barro, hojarasca, resbalones, raíces, pisada ciega, exclamaciones de asombro, entorno bucólico... una tensa delicia.



Merecido premio a toda una aventura que se podría resumir parcamente en tres palabras: subir, crestear y bajar. Si no fuera porque esas tres palabras encierran, dentro de cada corredor, un sin fin de experiencias y sensaciones que difícilmente olvidará.



A las nueve en punto salimos desde la plaza un año más (solo he faltado a dos ediciones de doce). Mañana nublada y fresca, fenomenal. En la sierra se vislumbra niebla y anuncian bastante frío, ya veremos. Salgo de la mitad para atrás del pelotón aunque aquí se me vea el primero de la foto, chubasquero y guantes azul celeste. No estoy fino de forma y el terreno es demasiado técnico para mí, así que la intención es disfrutar sin más pretensiones.



La primera parte de la subida nos lleva por pista embarrada hasta Urteagain (km 4 / 519 m), donde se cruza la carretera que sube al santuario de Arantzazu. Este año he tenido una idea genial. Como soy reacio a llevar nada encima y necesitaba guantes, buff y chubasquero, me puse la camiseta de ciclismo que tiene tres bolsillos a la espalda. Perfecto, parecían hechos a medida.


Entre la pendiente y el barro resbaladizo enseguida toca andar. El sendero busca salir del bosque y alcanzar la cresta por la que subiremos a cielo abierto y terreno herboso hasta el collado de Belar (km 6 / 905 m). El viento es frío, los muchos espectadores van bien abrigados y animan que da gusto.
Alcanzado el collado entre vítores se abre un trecho para correr y trotar hasta que la preciosa falda de Aloña nos obliga a andar de nuevo camino de la cruz.



Arriba ya no se ve nada. Niebla, viento, frío, me pongo el chubasquero a modo de cortavientos y encorvado me concentro en alcanzar la cruz (km 8 / 1.248m). Años atrás la rodeábamos para lanzarnos de vuelta cuesta abajo. Pero este nuevo recorrido, mucho más exigente, ha convertido la subida a Aloñamendi en un aperitivo.



Paro a comer y beber ante lo que se avecina. Enormes praderas de hierba sirven de enlace para escalar y descender por las distintas crestas rocosas. Anoche nevó, así que esta mañana la hierba está cubierta de escarcha, preciosa.



Y de cabeza al lío. La última vez prometí no volver del susto que pasé, pero aquí estoy. Trepo por roca afilada y resbaladiza hasta Buetraitz (km 9 / 1.321 m) y pronto aparece la Cruz Roja entre la niebla avisando: ir con cuidado, no soltar la cuerda. Hay que crestear por una zona complicadísima al filo del barranco. Paso a paso, una mano en la cuerda, la otra agarrando roca, el culo casi en el suelo, avanzo muy despacio y en algunos momentos con miedo.


Seis km dura el cresteo entre cimas y collados. Algún respiro que otro para correr, sustos en las bajadas técnicas, vuelta a subir andando por los prados, y así hasta el collado de Biozkorna (km 14 / 1.195 m). Fin del atractivo infierno. Y principio de la larga y bella bajada camino del valle.


Al principio el sendero se precipita estrecho por la caída de la cara norte, lleno de piedra suelta. Con la entrada por bosque, el barro sustituye a la piedra y el demonio parece contento de vernos por sus dominios. Me quito el chubasquero dispuesto a gozar de los toboganes de barro y hojarasca que se avecinan. 
Esta es para mí la parte más chula de la carrera. Cresteando soy tan patoso que me había ido quedando de los últimos, pero por aquí ya vuelvo a coger sensaciones. A media bajada aparece de vez en cuando un claro y se divisa el pueblo en el fondo del valle. Allí vamos ya derechitos.


Y el bosque se abre a los primeros caseríos, los senderos desembocan en pistas, llegan los barrios y el asfalto, entramos al pueblo a todo trapo, cada vez más gente animando, se enfila Atzeko kale, los niños te ofrecen la mano y un año más desembocas feliz por la alfombra roja de la plaza. Una sensación que te llena y te llama a volver una año tras otro.


La organización es perfecta y acogedora, como lo ha sido siempre. El ambiente en meta espectacular con un recinto exclusivo en mitad de la plaza para descansar, comer, beber, compartir. Qué más podría decir, un pueblo hermoso, una carrera increíble, mi amiga Jaione como perfecta anfitriona, no son necesarias más razones para visitar mi pueblo todas las primaveras.


Como no tengo zapas que agarren en mojado, ya me he buscado una solución para el año que viene, espero que funcione y consiga disfrutar un poco más de las alturas. Ciao.




3.5.16

Lo contrario al amor (Vicente Villanueva, 2011)


Demasiado convencional, al menos no me quedé dormido. Pero se puede ver, eh.