KM 0-5. Y pum! sale la excursión. Más parece una estampida de ganado.



KM 5-10. Avituallamiento en la Plaza de la Bastilla. Lo dejo pasar, pues noto molestias en la tripa y no estoy para beber. La Rue du Faubourg St.-Antoine es un falso llano hasta la Place de la Nation. Al fin se gira a la derecha y en suave bajada pasamos por el km 10 clavando las previsiones (42:32).
KM 10-15. Girando a la izquierda para enfilar hacia el Bois de Vincennes el 2º avituallamiento me pilla por fuera y se me pasa. Debería tomar algo pensando en más adelante, pero no noto que me fuera a sentar bien. Entramos en el bosque por la Porte Dorée en ligera subida. Se pasa por el Castillo, pero ni lo veo. Esta zona sí que me gusta, corriendo por el bosque. El pelotón se expande ligeramente y decido que ya estoy hartito de ir en manada, así que me abro paso colocándome por delante de las liebres.

KM 15-1/2Mar. Ahora sí que tengo que tomar ya algo. Como medio plátano y doy unos chupitos al botellín de agua. Sigo un poco y ... fatal, el estómago no admite el plátano (lo acabo vomitando en un par de veces) y además acaba por descomponerse. A la altura del hipódromo adivino unos matorrales por aquello del decoro y dedico casi 2 minutillos a evacuar. Cuando retomo la ruta el pelotón de las 3h desapareció por el horizonte.
Pongo una marcheta ligera y voy pasando gente a más de 15 km/h. Cuando vuelvo a divisar a lo lejos las liebres reduzco a 4:05min/km. Paso por el km 20 todavía con casi 1 minuto de retraso (1:25:53). A la salida del Bois de Vincennes por la Porte de Charenton está el cartel de 1/2 maratón (1:30:32). Solo un poquito atrasado, pero la perspectiva a largo plazo es incierta. Noto en las piernas el esfuerzo por recuperar y encima sin poder ingerir nada. Voy a cola de pelotón intentando recuperar, no veo a Carlos.
Me entretengo con las animaciones. Entre las decenas de orquestas, fanfarrias y percusiones también hay que adivinar cuál no es rubia de bote.








Al fin nos desviamos del río tomando rumbo, en suave rampa, al famoso Bois de Boulogne. Justo en el mismo instante en que llega la primera corredora, la keniata Martha Komu, ganando al sprint.
Casi consigo pegarme del todo a la banderita roja. 2:28:40 en el km 35. He conseguido recuperar todo el tiempo perdido. A Carlos no le siento. Estoy contento por ir en el km 35 a buen ritmo y sin calambres.

KM 35-40. Paso el 35, enfilo la rampa que lleva al bosque y, en la misma puerta de entrada ... ¡zas! ... el hombre del mazo. Me sacude y me deja grogui. Cuentan que, al acabarse la reserva de glucógeno muscular, la hipoglucemia no puede compensarse y la fatiga es brutal y definitiva: "el muro". No hay nada que hacer, solo sufrir, luchar contra las ganas de parar. Se supone que pasamos por un hipódromo, por un lago. Ni los veo.
Voy medio mareado. Es muy frustrante. La respiración no va forzada, pero el esfuerzo es terrible para mover unas piernas de plomo que piden descanso a gritos de dolor, que amenazan una y otra vez con acalambrarse. Carlos debe estar a punto de adelantarme pero no acaba de llegar. ¿Estará él también en dificultades? Cada km dura ahora una eternidad, juraría que aquél cartel al final de la recta es el km 38. Pues no, es todavía el 37. Cinco km eternos por delante, no sé si aguantaré. Voy picando el crono cada km pero no quiero ya mirar el tiempo para no deprimirme.
Y ya en mejor estado sigo mi trote lento, confiado en acabar. En el km 41 consigo volver a correr por debajo de 5min/km ante la inminencia de la llegada. Por fin se acaba el Bois de Boulogne, mi infierno particular.

Me concentro únicamente en el trote. A cada ratito noto como si de repente bajara automáticamente una marcha: 4ª, 3ª, 2ª, 1ª... Una ligera descompresión y todo va más lento y difícil. La carrera va desmadrada. Cada uno con su propia historia. Unos pocos grupitos me adelantan, los más enteros animan a sus compañeros de expresión demacrada. Otros van andando haciendo eses, como borrachos. Alguno para en seco gritando de dolor, preso de calambres (como me ocurrió en Berlín). Es lo más parecido a un ejército en retirada.
2:53:13 en el km 40. La secuencia ha sido implacable: 4:24 - 4:37 - 4:57 - 5:11 - 5:24.
KM 40 - Maratón. Al fin diviso el km 40 y el avituallamiento. Esta vez sí decido parar. El estómago apenas me molesta (bueno, de hambre) y parece más estabilizado. Dedico 1 minuto a tomar naranja, plátano, azúcar y agua.

La Porte Dauphine da paso a la inmensa Avda. Foch. El empedrado cuesta arriba, súbitamente lleno de espectadores, empuja hacia meta.
Uno intenta componer un simulacro de sprint, la mueca forzada, el cuerpo apenas controlado.

Pos-Maratón. Uauh! No fue mi carrera ideal, pero a cada rato que pasa la valoro más. Me quedo a esperar a Carlos, que llega al poco. Ha bajado de 3:07 mejorando en 10 minutos su carrera de Berlín. Ha sido un valiente y ha sufrido al menos tanto como yo. No tiene fuerzas ni para sonreir. Ya habrá tiempo. Ahora a abrigarse y recuperar.
2 comentarios:
Qué recuerdos joder !!
Menudo carrerón nos marcamos, sobre todo del 35 a la meta... jaja.
Por cierto, tengo casi decidido que en Londres 2009 hago la próxima, así que otra vez nos la jugaremos a 4:15 juntos. Además, el escenario tampoco desmerece.
Un abrazo.
Carlos.
París bien vale una felicitación y enhorabuena por tu maratón. Asumo mi parte de culpa en el retraso sobre tu previsión de crono (aunque sólo sea por no llevarte la contraria).
El pez volador
Publicar un comentario