Primera aventura de duatlón. Tempranito me he acercado con Nacho Miranda a Cerceda, al pie de La Pedriza. Buena oportunidad de probar esta modalidad a la que tenía echado el ojo hace tiempo. Hace ya 1 mes que corrí el medio maratón de Getafe y mi intención era no competir ni pisar asfalto en un tiempo para dar una oportunidad a la pierna izquierda de recuperarse.
Y surgió esta prueba en fecha propicia. Un reto bonito y duro sin la presión del cronómetro. Al pie de la sierra por caminos, sendas y encinares. Una ocasión de pasar un rato agradable en compañía de Nacho, al que inevitablemente veo poco. Y una prueba emotiva, pues se realiza en apoyo de Raquel Escudero, corredora de raids de aventura a la que el destino jugó una mala pasada recientemente confinándola a una silla de ruedas.
Mañana lluviosa y fresquita en la sierra. Ideal. Salimos a la carrera para completar en 2 vueltas 7,5km. El primer kilómetro relajado, es momento de ir calentando mientras el grupo se estira. Tampoco los charcos facilitan los adelantamientos. El camino coge algo de pendiente y es momento de irse animando. Dejo a Nacho a su ritmo y voy adelantando posiciones el resto de la subida y la consiguiente bajadilla para completar la primera vuelta. En la segunda me cruzo con Nacho, nos animamos y sigo adelantando hasta llegar a la cabeza de un grupito aislado. Me voy junto a un alto triatleta del club Las Encinas de Boadilla aunando ritmo hasta completar la segunda vuelta y entrar en boxes.
El ritmo ha sido alto pero nunca forzado, pues queda mucho y no tengo experiencia en estas aventuras. Lo que importa es disfrutar de la carrera así que no dudo en perder algo de tiempo en la transición entre las zapas de bici, la culotte, el casco, los guantes (encima de los de correr, gran acierto).
Salgo para 20km en 2 vueltas. Según mis suposiciones aquí tengo que perder bastantes posiciones, me veo fuerte y resistente con la bici pero falto de técnica en las bajadas y de experiencia en el uso de los cambios. El primer tramo es estrechísimo por bosque y ladera, algo peligroso. De sopetón llego a un cruce y al girar me gritan "pegado a la izquierda". Levanto la vista y me encuentro con una tremenda y larga rampa... ¡de gravilla suelta! Meto rápidamente plato pequeño y, al querer trepar por la izquierda, menos resbaladiza... se sale la cadena, cagüen zotz. Este hierro es fenomenal, pero los cambios hace tiempo que no responden bien. Aún así consigo montar de nuevo y seguir p´arriba. Por narices que en la 2ª vuelta no pongo pie a tierra. Salgo a una larga pista, 1º llana, luego en cuesta. Al coger velocidad e ir al descubierto apenas puedo ver entre la lluvia y el barro que yo mismo me salpico a la cara. Ya me estoy poniendo perdido. Alcanzo a 1 chaval parado, le ofrezco ayuda... nada, la cadena. Seguimos juntos. No es fácil. En pista ir detrás es ducharse de barro. Entramos en zona variada de bosque, muy estrecha. Aquí es obligado ir de a uno, el de atrás no ve dónde pisa y el de alante va buscando el camino. Viene otro, le dejamos pasar y desaparece como una exhalación en la cuesta abajo al tiempo que a mí me duelen los dedos de frenar. Pero la verdad es que apenas pierdo posiciones con la bici. La carrera nos dejó muy estirados y solo pierdo tiempo con los problemas técnicos que me da la máquina, porque lo que me acojono en bajada lo recupero subiendo. Otro tramo largo entre llano y bacheando y entre un entretenimiento y otro vamos completando la 1ª vuelta. Cruzo el puente, vadeo el riachuelo y en la rampa me vuelve a pasar lo mismo: plato pequeño y se sale la cadena. La meto y subo atrancado, a pura fuerza, los gemelos avisan con montarse.
La 2ª vuelta la enfilo decidido a mejorar. Ya conozco el terreno, voy avisado y también he ido viendo la manera de conseguir usar plato pequeño sin que se salga la cadena, así como el beneficio de usarlo en más tramos algo técnicos en vez de atrancarme con plato mediano. De fuerzas muy bien. La carrera va tan estirada que me toca ya todo en solitario. Mejor, así regulo mi ritmo más a gusto. El ritmo sigue siendo alto pero sin agobios. Ahora todo fluye mejor, con plato pequeño en uso las fuertes rampas son pecata minuta para un tío bregado en los montes del Baztán. No encuentro 1 solo cm limpio para quitarme el barro de los ojos. Y tararí tarará se acaba la bici y llega la incógnita del cambio a la carrera. Sea como sea, 3,5km a pie no es una distancia para asustar.
La 2ª transición es más rapidita, me quito la ropa de biker, me calzo las Salomon de cierre rápido e intento salir pitando junto a otro corredor... jopetas, de cintura p´abajo todo está atascado o en desorden. La cadera duele, los pies se notan rarísimos al cambio de zapas, parece imposible estirar la zancada. Mi compi ocasional se va quedando y poco a poco me voy notando mejor. Subiendo sin embargo los cuádriceps amagan calambre continuamente. Con cierta precaución completo la subida en solitario. Al enfilar el kilómetro y pico final en bajada todo cambia, pongo la directa, veo a 1 corredor a lo lejos pero en breve le alcanzo y acabo con fuerza.
Todo perfecto, agradabilísima experiencia, competición aventurera exigente sin gran desgaste. Espero repetir estas cosillas después de París. También Nacho acabó contento. Hemos echado de menos a Miguel Ángel, nuestro mentor en esta nueva lid. Como alguno recordará, Mentor era amigo de Ulises, encargado de la educación de Telémaco al partir éste a la guerra de Troya. Agur.
P.D. Resultado: 17º de 70 (general masculina) (9º 27:09 / 35º 1:08:47 / 4º 13:28)