Ay que nos da la risa boba. La cruz de Aloña nos aguarda allá en lo alto, sobre la niebla. Aquí abajo, en la plaza, la espera se llena de encuentros. Todo a punto para la temida y deseada cita anual con nuestro emblemático monte.
La carrera es tan variada que ni siquiera las miles de fotos con que nos obsequia la organización, o el excelente video de Kirolnet, consiguen acercarse a lo que se vive por dentro. Eso sólo lo sabe quien la corre. Y vale la pena probarlo, es una experiencia única. ¿Verdad, hermano vietnamita?
Mi particular resumen. Como es habitual, a las 10:30h salimos de la plaza los doscientos y mucho valientes-temerarios. Pocos se embarcan en esta empresa sin una excelente preparación, con lo que el nivel es altísimo, no hay más que mirar alrededor. Intento colocarme bastante adelante, pues al poco de la salida llega la primera cuesta, un sendero estrecho y empinado que es conveniente abordar en buena situación.
Así que salgo fuerte subiendo primero hacia el caserío Arregi (100m+) y bajando luego en picado hacia Lamiategi (65m-). En el km2 se coge ya la pista forestal por la que se sube a Urtiagain. Son otros 2km de arbolado en continua y fuerte pendiente (200m+). Justito se puede hacer corriendo, y porque las fuerzas todavía acompañan. En el km3 ya noté que me estaba colando y tuve que aflojar, pues me faltaba el aire.
En Urtiagain se cruza la carretera de Aránzazu. Avituallamiento y multitud de gente animando. Paro un momento a dar unos sorbos de agua y coger fuelle para lo que se avecina. La subida a Belar. Otros 2 larguísimos km, primero por bosque y luego ya pastizal de altura. 400m+ en los que casi nunca se puede correr. Se sube el monte andando, inclinado, apoyándose en los muslos, con el morro en las zapas del que te precede, buscando apoyos para no resbalar. Sufren los gemelos, la respiración se desboca. Hay que buscar el ritmo, pues el ascenso es bien largo.
Al final todo llega, y con el ánimo del público corono el collado:
Al final todo llega, y con el ánimo del público corono el collado:
Aquí se gira a la izquierda, y a correr. Estoy en la cresta de la sierra de Aloña, y hay que aprovechar este falso llano hasta que la pendiente vuelva a ponerse imposible camino de la cruz:
Son otros 2km con desnivel 333m+. En cuanto me resigno a subir andando veo bajar a toda velocidad al primero, Walter Becerra. Aprieto los dientes y me concentro en seguir a ritmo con mis compis ocasionales. Por suerte la niebla no ha dejado hacer estragos al sol:
Cuando al fin coronamos, en loor de multitud, miro el reloj. 1h05min para 8km. Como siempre. Bebo un poco de agua con la vista puesta en las casas de Oñati, pequeñitas, en el fondo del valle. "Aupa, que has venido de tan lejos que bajar al pueblo será ya poca cosa para tí". Así me animan, y salgo disparado cuesta abajo.
Es este uno de los momentos más emocionantes de la carrera. El principio de la bajada. Un sendero irregular de hierba y piedras. La inclinación justa para ir buscando un equilibrio entre correr rápido y frenar la inercia. Concentración absoluta. Un solo fallo en la pisada y te partes la pierna monte abajo. Oigo a Iván que me anima al cruzarse conmigo. Cuando al poco la pendiente empieza a suavizarse la zancada es más amplia, la velocidad mayor. Adelanto a unos pocos en mi pequeño y efímero momento de gloria:
Al paso por el km10 toca de nuevo despeñarse por el sendero de cabras. Cuesta abajo, el collado de Belar anuncia ahora la boca del infierno: 575m- en 3km. Bajar deja de ser divertido. De tanto frenar en la pronunciadísima pendiente los cuádriceps se van agarrotando. Para cuando el terreno entra en bosque y correr suelto empieza a ser posible, las piernas están como estacas. Duras, bloqueadas. La zancada es minúscula. El dolor, terrible. Para colmo, noto amenaza de contractura por toda la espalda. Las últimas rampas pronunciadas son una tortura. Gritaría de dolor si tuviera fuerzas. Cuando al fin salgo de mala manera del bosque a la pista asfaltada, no tengo más remedio que pararme. Las piernas, sencillamente, tiemblan y no me sostienen.
Al paso por el km10 toca de nuevo despeñarse por el sendero de cabras. Cuesta abajo, el collado de Belar anuncia ahora la boca del infierno: 575m- en 3km. Bajar deja de ser divertido. De tanto frenar en la pronunciadísima pendiente los cuádriceps se van agarrotando. Para cuando el terreno entra en bosque y correr suelto empieza a ser posible, las piernas están como estacas. Duras, bloqueadas. La zancada es minúscula. El dolor, terrible. Para colmo, noto amenaza de contractura por toda la espalda. Las últimas rampas pronunciadas son una tortura. Gritaría de dolor si tuviera fuerzas. Cuando al fin salgo de mala manera del bosque a la pista asfaltada, no tengo más remedio que pararme. Las piernas, sencillamente, tiemblan y no me sostienen.
Miro el reloj: 1h30min. Llevo 25min corriendo monte abajo y la musculatura ha dicho basta. Hasta aquí. Me ofrecen ayuda. Que estoy bien, que ya seguiré andando despacito, gracias. Los pocos metros que quedan en bajada son un suplicio paso por paso. Ya en el llano, camino del campo de fútbol, empiezo a trotar despacito. Y poco a poco consigo ir algo más airoso. Lo justo para agradecer con dignidad los muchos ánimos del público. No será hasta la misma recta de llegada, en Atzeko Kale, cuando consiga un poco de velocidad para la entrada en meta.
Uahhh, qué fuerte. Lo conseguí otra vez. Rápido tomo algo y estiro suavemente. Lo de no poder agacharme, ni bajar escaleras; lo de andar sin doblar lar rodillas por el dolor de las agujetas, eso será mañana, y especialmente el martes, pero también acabará remitiendo. Ahora a disfrutar de lo conseguido, a compartir experiencias, a esperar a Iván, que las estará pasando más canutas todavía, mucho tarda... con el aperitivo que nos han puesto, así da gusto: sidra, buen chorizo cocido, carne con tomate. Aquí todo es lo mejor: la carrera, la organización, el pueblo, la gente... Hasta el año que viene.
Uahhh, qué fuerte. Lo conseguí otra vez. Rápido tomo algo y estiro suavemente. Lo de no poder agacharme, ni bajar escaleras; lo de andar sin doblar lar rodillas por el dolor de las agujetas, eso será mañana, y especialmente el martes, pero también acabará remitiendo. Ahora a disfrutar de lo conseguido, a compartir experiencias, a esperar a Iván, que las estará pasando más canutas todavía, mucho tarda... con el aperitivo que nos han puesto, así da gusto: sidra, buen chorizo cocido, carne con tomate. Aquí todo es lo mejor: la carrera, la organización, el pueblo, la gente... Hasta el año que viene.
Datos personales. Tiempo: 1h37m14s (MMP) / Puesto: 8º vet45+
6 comentarios:
Uuuuuuaaaassssssss, que preciosidad de carrera, tiene que ser una pasada correrla. Pero para eso hay tener los huevos negros. Eres un monstruo
Deber ser bonita la carrera, pero para morirse, jajaja. Enhorabuena. Yo soy muy torpe y las carreras de montaña me dan respeto. Un abrazo.
Toma ya, un año más. A ver si algún año me animo y despeño por allí...
Descansa que en dos semanas estás haciendo MMP en Media.
Un abrazo
No dejará de sorprenderme, pero como los buenos vinos, mejoras con el tiempo.
Ya sebes, HAMARKADAREN BILA.
Cuídate, ondo segi eta muxu bat.
Jaione
Hola Iñaki, me había saltado esta entrada y no me lo perdono...te pido disculpas.
Pedazo de carrera te has calzado, solo verte la cara de sufrimiento lo dice todo, enhorabuena por ese 8º puesto, eres un crack
Un saludo
Quique
¡Jodo Iñaki! no lo había leido hasta ahora... voy a estirar que se me han cargado los cuadriceps de leerte.
Tiene que ser espectacular por el paisaje, por la gente y por el aperitivo, por supuesto :P
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