EL RÍO
En otro tiempo hubo un río aquí,
donde ahora hay bancos y losetas.
Hay más de una docena de ríos bajo la ciudad,
si hacemos caso a los más viejos.
Ahora es sólo una plaza en un barrio obrero.
Y tres chopos son la única señal
de que el río sigue ahí abajo.
En cada uno de nosotros hay un río oculto
a punto de desbordarse.
Si no son los miedos, es el arrepentimiento.
Si no son la dudas, la impotencia.
Un viento del Oeste azota los chopos.
La genta avanza a duras penas.
Desde el cuarto piso una mujer mayor
está tirando ropa por la ventana:
tira una camisa negra y una falda de cuadros
y un pañuelo de seda amarillo y unas medias
y aquellos zapatos que llevaba
el día de invierno que llegó al pueblo.
Unos zapatos de charol, blancos y negros.
En la nieve, sus pies parecían avefrías congeladas.
Los niños echan a correr tras la ropa.
Al final, ha sacado su vestido de boda,
se ha posado sobre un chopo, torpemente,
como si fuera un pájaro grande.
Se oye un gran ruido. Se asustan los transeúntes.
El viento ha arrancado de cuajo uno de los chopos.
Las raíces del árbol parecen la mano de una mujer mayor,
que espera que cuanto antes otra mano la acaricie.
2 comentarios:
Pero no todos los ríos tienen el mismo caudal.La fuerza de la corriente ahoga los miedos,las dudas y gracias a sus increibles ganas de vivir terminan saliendo a la luz.
Muy bonito, es tuyo o de Uribe?
Es la traducción del euskera de un poema de Kirmen Uribe, que pertenece al libro que justo he acabado de leer. Como reseña de la lectura preferí dejar un poema; mejor que un comentario simplón.
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