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Siobhan Clarke, por otra parte, tiene sus propios problemas. Una joven de dieciocho años ha desaparecido de casa y ella se siente obligada a ayudar a los padres, lo que implica acercarse más de lo debido a un violador convicto. Está además involucrada en otro caso, el de los dos esqueletos de mujer y de niño enterrados bajo el suelo de cemento de un sótano en el callejón Fleshmarket, un asunto que alguien quiere que salte a los medios, pero ¿quién y por qué? ¿Existe alguna relación entre este caso y el del barrio de pisos baratos de Knoxland?
Es la tercera novela que leo de Rebus&Clarke y ya son para mí una pareja familiar y una lectura siempre interesante además de entretenida. Por no citar otros efectos colaterales: últimamente oigo mucha música de influencia Rankin (Goldfrapp, The Blue Nile, Jackie Leven, John Martyn, Morphine...).
En una ocasión se pregunta Rebus si en algún idioma usarán alguna palabra parecida a la que se usa en Escocia para denominar esa suave lluvia que te deja empapado en un momento: "smirr". Pues qué parecido es nuestro "sirimiri" vasco, tan onomatopéyico.
Y para acabar, una cita de la novela: “Rebus llevaba una bolsa en la mano derecha con una botella de whisky de veinte libras y no estaba dispuesto a estampársela en la cabeza si no era estrictamente necesario. Sin saber por qué pensó en un chiste de Chic Murray: un hombre cae al suelo con una botella en el bolsillo, siente algo húmedo, se palpa y exclama: “¡Gracias a Dios que es sangre!”.
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