Pero, a fin de cuentas -prosiguió Porthos-, ¿quién es esa Milady?
Una mujer encantadora -dijo Athos degustando un vaso de vino espumoso- que ha tenido bondades con nuestro amigo D´Artagnan, que le ha hecho no sé qué perfidia que ella ha tratado de vengar hace un mes tratando de hacerlo matar a disparos de mosquete, hace ocho días tratando de envenenarlo, y ayer pidiendo su cabeza al cardenal.
¿Cómo? ¿Pidiendo mi cabeza al cardenal? -exclamó D´Artagnan, pálido de terror.
Eso es tan cierto -dijo Porthos- como el Evangelio, lo he oído con mis dos orejas.
Yo yo también - dijo Aramis.
Entonces -dijo D´Artagnan dejando caer su brazo con desaliento-, es inútil seguir luchando más tiempo; da igual que me salte la tapa de los sesos, todo está terminado.
Es la última tontería que hay que hacer -dijo Athos-, dado que es la única que no tiene remedio.