Una carrera especial. Desde que me enteré que existía (hace poco) estaba deseando correrla. Y apenas unos días antes, gracias a las ofertas que sacó renfe por el XXV aniversario del AVE, lo conseguí: dos días de visita a Figueres, la ciudad en la que viví desde los 6 hasta los 18 años. Ahí es nada.
El ambiente en la ciudad, bullicioso. A las habituales hordas de visitantes del Museo Dalí había que sumar que era fiesta mayor. Y entre las múltiples actividades, la Cursa Popular Castell de San Ferran, organizada por el CAF, Club Atletisme Figueres.
Este club empezó como una sección del Natación Figueras, donde yo nadaba. Me apunté a correr con otros amigos del insti, e hicimos la temporada invernal de cross en cadete y juvenil. Recuerdo por ejemplo el frío del amanecer viajando en una destartalada furgoneta a los distintos pueblos, Palamós, Sant Hilari, Torroella de Montgrí, Cassá de la Selva, Caldas de Malavella...
Miguel Angel Rodríguez nos entrenaba, un buen atleta apenas una categoría mayor a la nuestra, al que le tocaba medirse en el cross con José Manuel Abascal, el cual ya entonces impresionaba verle correr. Un día nos lo encontramos (a Miguel Ángel) al salir al recreo del insti. Mi colega Indalecio Rodríguez y yo habíamos faltado al entrenamiento en el Parque Bosque la noche anterior, seguramente por el viento y el frío. Nos llevó a una calle adyacente y nos puso a hacer skipping cuesta arriba, el muy... Para colmo, ese día llevaba yo unas gruesas botas de cuero militares para ski de travesía, pesadísimas. Así le fui cogiendo el gusto a este deporte, jaja.
Volviendo al presente, el recorrido parecía ideado por mí para recorrer los lugares más entrañables de mi infancia: los pinares próximos a nuestra urbanización, la Montanyeta por la que salíamos al campo de excursión, los caminos que rodean la extensísima muralla del Castillo, los fosos del interior... ideal.
Supe adaptar mi ritmo a mi mediano estado de forma; corrí bien, adelantando en la primera parte y manteniendo en la segunda. Fue una experiencia muy bonita que disfruté en todo momento, con final en la pista de atletismo, una pista que se construyó a principios de los 80, poco después de abandonar yo la ciudad.
Contentísimo, pues, de haber podido venir a correr y disfrutar de esta carrera tan especial para mí. Y todavía me aguardaba una doble sorpresa. Gané el trofeo al mejor veterano mayor de 50 años y... recibí la copa de manos de mi antiguo compañero de clase en el insti, Francesc Cruanyes, menuda grata sorpresa nos llevamos los dos al reencontrarnos así.