10.5.15

Genève semi-marathon 03.05.15


Pequeñas expectativas, pequeños fracasos. Vaya temporadita que llevo. En febrero empecé la preparación para este medio maratón. Varios días libres y un billete de avión a buen precio me habían lanzado a visitar Ginebra.
Pocas semanas más tarde se unió, inesperadamente, el dorsal conseguido por sorteo para el mítico maratón de montaña Zegama-Aizkorri (17 de mayo). Así que, burro de mí, he ido cumpliendo a rajatabla mi plan de medio maratón con el añadido de salidas y carreras de montaña.
Las consecuencias eran fáciles de prever para cualquier mente mínimamente lúcida: fatiga muscular y falta de frescura para mantener un ritmo alto en asfalto.
En resumen, que salí desde la cabeza a ritmo de récord, tan contento. Lluvia fina, nada de frío, miles de corredores, gran ambiente atlético en los barrios altos de Ginebra. A no mucho tardar la carretera sale por el campo, sinuosa, en suaves toboganes. Voy alternando grupitos sin imaginar que eso era todo lo que iba a disfrutar. Apenas pasado el km4 aparecen tramos de tierra, el firme complicado con la lluvia, y empiezo a notar la dificultad para mantener el ritmo. En el km5 ya soy consciente de que voy petado y empiezo a perder tiempo. A sufrir, y lo peor la perspectiva de lo muchísimo que queda por delante.
Toda esta excursión torna a su fin al paso por el km 10. Marco 40:00. No estaría tan mal si no fuera porque las patas se van quedando vacías. Casi dos km de bajada hasta coger la orilla del lago Leman dirección a la ciudad. Lo que debía ser una rampa de lanzamiento se convierte en la confirmación del desastre: ni bajando consigo un ritmo decente.
Ginebra al fondo, con la tremenda fuente como reclamo, pero me siguen adelantando con facilidad y todo se me hace difícil y eterno. La playa, los jardines, el embarcadero, la ciudad, el río, la sierra del Jura por el norte, los Alpes y el Mont-Blanc por el sur, la ribera del lago. Al fin la señal de último kilómetro. Aprieto, por dignidad, y con todo apenas consigo hacerlo en 4 minutos.
Pero la meta en el puente del Mont-Blanc es espectacular, la organización espléndida, el ambiente maravilloso, así que entro en meta contento, escondiendo la decepción. 1h26m48s.
Por lo demás, la parte turística del viaje fue muy satisfactoria, si bien algo más íntimo. Solo recomendar la hamburguesa veggie chèvre en Holy Cow!


1 comentario:

Darío Collado dijo...

Pues parece un excelente fin de semana, leído desde alguien que no puede correr y hace un año pensaba estar allí para el Maratón, imagínate.

Lo de menos, es el tiempo, lo de más es todo lo que comentas de carrera y finde.
Envidia ON.

Ojalá te vea en otra, un abrazo.