17.6.11

17.06 Control FAM 5000ml

El calor pega ya de lo lindo, pero este control federativo de 5000ml era en Majadahonda y a las 21h. Buena oportunidad para saludar a los colegas y probar mi estado de forma por última vez antes de los entrenos veraniegos.
Como mis entrenamientos se reducen a rodajes cortos y suaves alternando con salidas en bici, rodilla obliga, me apetecen estas oportunidades de correr más rápido, pues lo echo de menos.
Mi intención era ver si podía correr a ritmo de 3:50/km. Salí a cola de pelotón y pronto me quedé descolgado. Aún así el primer km lo pasé en 3:45. Se me había hecho largo, y lo que quedaba. Decidí seguir así, pero pronto vi que en cada vuelta tendía a ir perdiendo un poco. Unos 80m por delante tenía un pelotón de 4 corredores (Leo entre ellos). Cuando uno de ellos empezó a ceder, ya me di cuenta de que lo pillaría, y así fue. Pero ese fue todo el entretenimiento. Las últimas vueltas se me hicieron penosas y perdía velocidad sin remedio. Conseguí llegar, pero fundidísimo, me costó mucho recuperar las fuerzas y la respiración. El crono, muy mediocre: 19:15.80 (a 3:51/km).
Pero no importa. La experiencia fue buena y ahora, con permiso de la rodilla, toca aumentar la capacidad aeróbica poco a poco. Tengo tiempo de sobra por delante, así que al lío.

12.6.11

12.06 Carrera Urbana de Carabanchel


Tenía ya ganas de enfrentarme de nuevo a una carrera de 10km ruta. Un poco prematuro tanto para la rodilla como para mi estado de forma, pero así aclaro de dónde parto.
El barrio de Carabanchel organiza una durilla carrera con largos tramos de cierto desnivel, así que era una buena ocasión. Allí me presenté esta mañana con todo el calor y toda la ilusión. Me coloqué delante para salir sin problemas, y el primer tramo que baja al río sirve para ir cogiendo el ritmo. Enseguida se gira, y la cuesta arriba ya no cesará en varios km. Entre esto y mi falta de fondo, me he sentido forzado desde muy pronto, así que he buscado un ritmo intermedio entre conservar la respiración y no abandonar mucho el ritmillo. La liebre de 40´ me pasó y se fue alejando poco a poco, siempre la llevaba a la vista, pero temía petar si me empeñaba en seguirla. Cuando en la segunda parte de la carrera llegaron los tramos de bajada, el cuerpo no tenía suficiente fuerza para aprovecharlos, iba algo despendolado. Y la última recta se me hizo interminable. 40´30´´ y a buscar una sombra.
La encontré, y también a Javier de Boadilla, que había hecho una gran carrera (me sacó un par de minutos). Estuvimos un buen rato charlando mientras salían las clasificaciones, y... cosas de la vida, justo en una floja carrera voy y consigo trofeo al tercer veterano B. Y es que eso de estrenar categoría tiene estas cosas. Será que a más de uno le dio pereza madrugar, porque viejos que corren más que yo conozco un montón. En fin, buena experiencia siempre que no acabe siendo contraproducente para esta rodilla rarita que tengo. A seguir.

11.6.11

On Chesil Beach (Ian McEwan, 2009)


Primera novela que leo en inglés. Y nada fácil, por cierto. Pero claro, tengo mis trucos. Iba leyendo primero la edición en castellano y luego la alternaba con la edición inglesa. Fenomenal. Gracias a ello conseguí disfrutar no solo de leer la novela en su idioma original, sino también degustar de primera mano la belleza de la prosa de McEwan.
¿La novela? Pues nada mejor para saber sobre ella que el comentario que he leído de otra blogera, Elena, que supongo no se molestará por poner el enlace:

5.6.11

Midnight in Paris (Woody Allen, 2011)


Un escritor norteamericano algo bohemio llega con su prometida Inez y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer...

Midnight in Paris es una película paradójica: por un lado, celebra los clichés de una ciudad que Allen adora tanto como Nueva York, y, por otro, siente la necesidad de desmontar la dimensión simbólica de esos clichés, materializada en un dream team de la vida bohemia del París de los años 20 que parece un parque temático para intelectuales de pacotilla, y que Allen recrea sin miedo a hacer el ridículo.

Es en los requiebros de esa fantasía imposible donde Allen logra que Midnight in Paris se convierta en una película original. El viaje en el tiempo que emprende su alter ego en la pantalla le permite reivindicar el presente como tabla de salvación. El hombre siempre quiere lo que no tiene, y ese deseo no es otro que el de escapar de la muerte, el de dejar su huella para la posteridad. Y por muy ligera y cálida y deliciosa que sea esta comedia, el poso que deja es pura melancolía.