19.5.07

Irene Zoe Alameda (2004). Sueños itinerantes.

La pesadilla de la anestesia.
No tengo cuerpo: la conciencia es 1 punto de luz que percibe otros puntos, que son otras conciencias. Y ese punto de luz, pura potencia de pensamiento, que es uno mismo, tiene nostalgia de la vida, recuerda, sólo puede recordar, porque su voluntad de acción queda anulada desde el momento en que se enfrenta al hecho: no tiene cuerpo. Y 1 obsesión: quiero 1 cuerpo, y 1 recuerdo: yo, con mi cuerpo, en mi cocina; yo y mi cuerpo en el mundo material, quiero 1 cuerpo, palpar, sonido… sólo recuerdo, ausencias.
El platonismo, y + tarde el cristianismo, dibujan teorías de 1 sadismo cruel y refinado. Todo lo que propugne la disociación de alma y cuerpo me pone a temblar. En cambio, si la muerte es muerte total, sin recuerdos, no me da miedo: me muero y basta.

Creer que algo es propio es 1 engaño: somos meros intermediarios hasta el próximo poseedor. Es angustioso vivir y no poder decir que nada es mío. Eso es lo que también angustia a Qohelet en el Eclesiastés. No se retiene nada, se corre tras el viento. Creemos tener 1 verdad, pero esa verdad se transfigura sin parar. Porque somos tiempo que fluye a través de 1 conciencia, no 1 conciencia a través de la cual corre el tiempo. El tiempo es + protagonista que nuestra conciencia.

Creer es saber ciertas cosas que para uno son verdad, cosas que uno no conoce aún. Por ejemplo, creer que el mundo existe antes de mí, y que continuará existiendo cuando me vaya. Pero, ¿y si lo que nos rodea no es real?, ¿y si la realidad la crea uno mismo? Nada existe, todo lo que veo es una extensión de mí.

Contrapasso.
Quien te da amor, después te inflige mucho odio. A cada cantidad de felicidad le corresponde 1 equivalente de desdicha. Es el concepto que desarrolla Dante en el Inferno: se establece la penitencia apropiada a cada individuo por su transgresión. La transgresión brinda 1 placer que + tarde queda contrarrestado con el castigo.
3ª ley de Newton: a toda acción se opone siempre 1 reacción =. Pero no puede haber equilibrio cuando se introduce el factor humano. Las fuerzas actúan sobre sujetos que son diferentes, y por eso la justicia es imposible: es una cuestión física.
Quizá el contrapasso no sea otra cosa que el instinto imposible de justicia: la reconquista del statu quo a base de esfuerzo, el intento humano de reinstaurar lo irrecuperable en el tiempo. Y pasa en todas las culturas. El argumento siempre es el mismo, leas 1 obra griega, o persa, o china de cualquier época: lo dicta el contrapasso.
Es uno de lo mínimos comunes denominadores del factor humano: 1 confidencia exige otra confidencia, o el peso de la enemistad a cambio; 1 atención exige otra atención, o el peso de la indiferencia a cambio; 1 regalo exige otro regalo, o el peso del egoísmo a cambio; el amor exige de amor, o el peso del odio… a cambio.
Pero, ¿de qué valen la palabras? Lo que se dice sirve sólo para entretener.

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A lo largo de los años (y no son tantos), se pierde la capacidad para el frenesí: el aprendizaje de las leyes de causa/efecto que brinda la experiencia hace que se puedan estimar los ritmos y los momentos oportunos para actuar sobre los demás. De modo que las emociones pueden ser mitigadas o aplazadas, y se va tendiendo a valorar + la buena dosificación de señales, palabras o contactos que la revolución íntima que alguien pueda desbocar en ti. Los afectos pueden seguir siendo sinceros; pero la pérdida de lo inesperado, ese resabio que convierte a cada nuevo conocimiento en un reconocimiento parecido a algo anterior, hace que se vuelva con nostalgia la memoria a la 1ª emoción.

Se endurecen las personas, nos endurecemos, y la causa es el despojo al que nos vemos sometidos, incluso contra nuestros cálculos de todas las circunstancias.

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El valor de la vida como digresión.
Es como en las novelas de aventuras: sabes perfectamente cuál va a ser el final, porque conoces ese género, y aún así, lo importante no es que se salve o no el protagonista, sino cómo ocurrirá lo que el lector sabe que va a ocurrir de todas formas.

El placer de cualquier historia no está en la historia, sino en su letra, en su litera, historicidad frente a literatura: el valor de la digresión está en ella misma, es prescindible, sin ella el argumento permanece inalterable (el ser humano nace y se muere) pero quién piensa en el argumento cuando está disfrutando de la lectura.

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Ser, estar, tiempo.
Estar neutro es ser desmesuradamente. Estar de ningún modo... es ser. El tiempo atribuye la contingencia a las personas: estoy así o de otra manera. Y es la especulación, capaz de desprender de la contingencia, la que conduce al ser. Así, vivir bajo el factor humano, trascenderse, obedece a la siguiente ecuación: estar - tiempo = ser.

La eliminación del tiempo es, pues, el objetivo de todo sujeto pensante para llegar a la verdad, ya que el tiempo comporta el mayor obstáculo para desprender a la persona de su contingencia, de su temporalidad.

De lo anterior se deduce que estar es pensar: estar = pensamiento.

Si igualo las 2 ecuaciones, es posible clarificar algo + el concepto de ser: ser = pensamiento - tiempo.

El ser es el pensamiento que prescinde del tiempo, el pensamiento que prescinde de la contingencia, los sentidos, mi cuerpo húmedo, el aroma a hierba y el cansancio.

Y para conocer el tiempo tengo que eliminar el factor humano: tiempo = pensamiento - ser.

Lo que equivale a decir que el tiempo es el pensamiento sin trascendencia, pensamiento sin +, pensamiento en sí mismo arrebatado de su objeto. ¿Qué ente es aquel al que definimos como pensamiento puro, pensamiento sin objeto de pensamiento? Dios. Dios es el pensamiento inmanente y sin trasfondo, pensamiento excluido de la necesidad de encadenamiento causa/efecto. Y ese pensamiento estéril, permanente, que no conduce a nada porque su justificación está en sí mismo, es el tiempo.

El tiempo es Dios. Dios es el tiempo, definido como pensamiento aislado de todo contexto.

1 comentario:

Anonymous dijo...

1) La corporeidad en el mito se identifica con el eros platónico como impulso vital. Lo que no conocemos es lo inalcanzable y el eros propone un modo de superación para acercarnos a ese inalcanzable. La angustia existencial que usted sufre ante la muerte del cuerpo obedece a una identificación con lo inmediato reñida con el sano compromiso con la trascendencia que no es un punto luminoso angustiado entre otros puntos luminosos sino un contacto con la esencia de aquello a lo que tiende el instinto.

2)Me cago en la madre de quien lleno de mierda existencial los sanos conceptos filosóficos griegos, esto es, la madre de todos aquellos que llevados por el miedo a la impersonalidad de la sociedad moderna comenzaron a angustiarse con la diferencia entre el ser, el estar, el existir el ante, el con, el sobre y el por la conciencia de tu abuela.

3) A la esencia de lo anelado por el sano instinto individual y comun se accede no restando el tiempo de una ecuación sino por un complejo aprendizaje de la capacidad de comunicarse manejando conceptos que realmente no comprendemos muy bien pero que podemos hacerlos compañeros nuestros y acceder mediante modos de expresión artística,de acción vital, de juego con lo incomprensible (la infinitud, lo que haya más allá del espacio tiempo, el origen último, la nada), compromisos morales nacidos de esta experiencia, juegos liberadores de humor a esa esencia que busca el instinto y a partir de ahí nace el sano compromiso de transformación del entorno fundido en el espacio tiempo mediante la razon instrumental y según una moral.

4) Lo que instintivamente es agradable al eros siempre lo es, aunque no se identifique siempre con la misma persona y lo desagradable es siempre desagradable.