Un día de septiembre, sin gafas, caminando por el Paseo de la Concha. Creo ver en la playa el cuerpo inerte de un jabalí. Sé que es imposible y cuando aprieto los ojos para enfocar mejor compruebo que no se trata más que de un enorme amasijo de troncos y algas rojizas. Empieza a llover y me refugio en una librería. El dependiente me mira mal y decido disimular: de la estantería metálica elijo una revista que jamás se me ocurriría leer: es una revista sobre animales, y, casualidades de la vida, una de las fotos se refiere a un jabalí. El pie de foto reza: "El jabalí se caracteriza por su gran sentido de la orientación". Veo en la TV aquel mismo día un reportaje sobre la 1ª expedición a las Indias de Cristobal Colón. El mar me trae a la mente el "jabalí de algas rojizas" visto en la playa y no me acabo de creer que Cristobal Colón fuese el 1º en llegar a América. Corro al ordenador y empiezo a escribir. Y escribo que varios años antes de la expedición de Cristobal Colón hubo otras 2 expediciones que fueron silenciadas para evitar el escarnio del fracaso. Mi relato tratará de la 2ª expedición. Los miembros de la tripulación cargan una enorme jaula al barco. Dentro de la jaula va su brújula. Brújula, que no es otra cosa que el jabalí que tan gran sentido de la orientación parece tener. Toda la expedición muere durante el viaje, pero el barco encalla entre las rocas del Nuevo Mundo. Sólo el jabalí sobrevive, y camina entre las rocas hasta la playa, mudo testigo del mundo recién descubierto. Enmendada queda por tanto por la imaginación, la otra muerte, la muerte imaginaria del jabalí que mi propia miopía creó en la Playa de la Concha.
El diario secreto de Crusoe
Hay 1 tema referente a Robinson Crusoe sobre el que no nos han hablado, algo que le haría más llevadera su soledad, algo que el escritor Daniel Defoe, cuidadosamente y también podría decirse que de forma mezquina, nos ocultó.
Whisky & Nolotil
Estudias para tener un oficio y luego el oficio te cambia, te convierte en otra persona. Quiero decir, una persona mucho + miserable de lo que eras.
El juego de los viernes
Esto es lo que había que hacer: llegar corriendo a la cabina antes de que el contrario alcanzara la suya, abrir de golpe la puerta de biombo y luego, con el auricular en la mano, marcar lo + rápido posible un nº de teléfono previamente establecido por los 2 contrincantes.
Había que invitar a bailar a quien respondiera al otro lado de la línea. Evidentemente, casi siempre era el que 1º llegaba y 1º marcaba quien conseguía la cita. Mientras tanto, el que estaba en la otra cabina telefónica, a 80 pasos -hablemos claro: el perdedor- oía la señal intermitente de que estaba comunicando.
Saigón
El odio siempre encuentra su camino. Su camino propio y específico. Cada cual se venga del mundo como puede. O como le dejan.
El sofá
-¿Sabe cómo se mata a los pulpos?
-¿Los pulpos? ¿Y a qué vienen ahora los pulpos, señor?
-Primero hay darles en la cabeza y luego golpearlos contra las rocas, para que queden sabrosos.
-Jesús... Mi marido nunca me ha dicho nada sobre los pulpos en sus cartas, señor.
-Como puede ver, no resulta tan fácil acabar con un pulpo. Los recuerdos son también como los pulpos. Casi podría decirse que resulta + fácil acabar con 1 hombre que hacerlo con 1 pulpo, o con 1 montón de recuerdos.