10.5.20

El sabueso de los Baskerville (Arthur Conan Doyle, 1902)


Del interior del banco de niebla surgía el ruido acompasado y crujiente de algo que avanzaba. El frente se encontraba a cincuenta yardas del punto donde nosotros estábamos echados; los tres miramos hacia él, sin saber qué horror iba a surgir de su interior. Yo estaba al costado de Holmes y miré su rostro un instante. Lo tenía pálido y en tensión; los ojos le brillaban en medio de la luz de la luna. Pero de pronto se quedaron fijos, contemplando algo, y sus labios se abrieron con un gesto de sorpresa.

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