Yo corro por la gloria de mi país.
Haile Gebreselassie
Además de contarnos la historia de Asaffa, la novela quiere ser un homenaje a hombres y mujeres reales que ya son parte del legado deportivo de la humanidad. Aquí transcribo unas lineas:
"Asaffa saludó a todos en la distancia con un leve gesto de mano o inclinando la cabeza. Tenía conciencia de que era contra ellos con quienes se estaba jugando el futuro, así que cuando sonó el disparo, bajo ningún concepto se quedó atrás. Salió como un resorte suelto y durante la primera vuelta se mantuvo justo detrás de Tariku (Bekele) quien, como estaba escrito en el guión, comandó la carrera desde el principio. En fila india, con espacio, paso regular y fuerte, llegaron hasta los mil metros. En primer lugar, Tariku, después Asaffa, Jaylan, Cherkose, Samuel, Abera, Chulop y Gudissa, un grupo muy peligroso que pronto empezó a estirarse y a distanciarse del resto. Al paso por los 1500, con la carrera ya rota, Abera se descolgó y sólo quedaron siete para una sola copa. Muchos para que la paz durara, algo que Asaffa sabía, pues llevaba los ojos puestos en los talones de Tariku y los oídos orientados hacia atrás controlando los movimientos. La quinta vuelta fue tranquila, con Asaffa desplegando su estilo de campeón: rápido, silencioso y voraz; pero al sexto paso por meta escuchó ruido de sables y lo advirtió al instante: empezaba la batalla. Cherkose y Jaylan se lanzaron a por él saliendo de la contrarrecta, bajo una lluvia de aplausos, silbidos y gritos que aumentaba sin parar.
Asaffa se lo olió y pensó: "Esta vez no me pilláis". Sentía fluir por sus venas la sangre de las colinas y recordaba la imagen de su fracaso en Assela. Se sentía fuerte, fresco y preparado, así que dio un brusco acelerón y al final de la curva siguiente ya sacaba tres metros a sus dos perseguidores y se había situado a la altura de Tariku para enseñarle los dientes. "Se nos van", pensaron al mismo tiempo Samuel, Gudissa y Chulop en la cola de la fila, así que ellos también apretaron, en la recta de tribunas ya estaban a la par de Jaylan y Cherkose. Entonces empezó el barullo: Chulop intentó colarse por en medio de los cuatro. Samuel se salió a la calle dos, pero Jaylan le estorbó, y Gudissa por la cuerda trataba de abrirse hueco aprovechando su envergadura. Y cuando Asaffa se dio cuenta de lo que pasaba por detrás, oyó la voz de un duende cerca de su corazón que le dijo: "Vete ahora". Y al toque de campana decidió jugar su carta. Quedaban 400 metros, todo un mundo en atletismo, pero con rivales como aquellos que amenazaban su cuello, no había clemencia posible. Alzó el torso para llenar los pulmones, cargó la zona lumbar de pólvora, tensó unas piernas de granito forjadas en las colinas, cambió el apoyo plano de sus pies a las punteras y se fue a por Tariku, dejando al resto a su espalda con los ojos como platos y luchando por un triste tercer puesto.
Al final de la primera curva Asaffa ya tocaba su talón, en mitad de la contrarrecta ya estaba a su lado, y desde allí hasta la entrada de la recta de tribunas, en un ten con ten sin piedad, se adelantaron tres veces. A treinta metros del final Tariku volvía a estar delante con un palmo de ventaja, pero entonces le vino a la mente a Asaffa la imagen de Miruts Yifter saltando como una flecha en la final de Moscú y decidió imitarlo: hizo explotar sus reservas, dejó fluir por sus piernas la energía liberada, bailó sobre el tartán rosáceo y en cinco zancadas de ángel cruzó la meta primero.
Vio de pronto al otro lado un horizonte dorado con mucha gente aplaudiendo y tres puertas: una que le llevaba directo a los Nacionales, la segunda a Marraquesh (los Mundiales juveniles de 2005), y la última, labrada en oro, a una lejana Olimpiada."
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