En su nuevo libro, Correr, Jean Echenoz (Orange, 1947), vuelve a hacer hincapié en las biografías noveladas que tanto éxito le han dado hasta ahora. En esta ocasión el biografiado es Emil Zàtopek (1922-2000), atleta checoslovaco especialista en pruebas de fondo, conocido por sus actuaciones en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948, pero sobre todo por los de Helsinki de 1952 en los que además de hacerse con el oro en las pruebas de 5000, 10.000 y maratón, batió los récords de las tres pruebas.
Emil Zátopek, protagonista absoluto de la historia, comienza corriendo sin ganas, mientras trabaja en una fábrica de calzado, que abandona en 1945 para entrar en el ejército checoslovaco. La carrera no era una cosa hecha para él. Pero poco a poco siente el gusanillo y empieza a correr regularmente, hasta consagrarse mundialmente como uno de los mejores corredores del mundo. Conocido como La Locomotora Humana, por su extraña forma de correr, solía mostrar un rostro completamente desencajado en todas y cada una de sus carreras.
Echenoz al igual que el propio Emil, corre capítulo tras capítulo, explicando tan sólo lo que de verdad interesa en su vida. Para Echenoz el libro es una carrera de 100 metros, nada de maratón. Como una montaña rusa, ahora acelerando ahora frenando, nos presenta de forma concisa y milimétrica la vida del campeón.
De escritura nítida, sencilla y en ocasiones cortante, Echenoz nos confía, a modo de secreto bien guardado, la historia de este corredor por casualidad, pero ganador por empeño, que nada ni nadie en el mundo (ni sus lesiones, ni sus resfriados, ni el dormir poco, ni los propios checoslovacos con su régimen autoritario, ni la tergiversación de sus palabras para obtener determinados titulares en los periódicos y poner así al pueblo entero en su contra) pudieron acabar con sus récords. Poco más se puede decir sobre esta pequeña joya. Un libro para disfrutar de su lectura, que, aunque sea rápida, tanto o más que el propio Emil, nos dejará un muy buen sabor de boca.
Salva G. en LLegir en cas d´incendi