"Los calambres musculares se definen como contracciones espasmódicas, dolorosas e involuntarias de los músculos. Aunque son un elemento importante de algunos trastornos musculares serios, los calambres sufridos por los corredores son generalmente, a pesar de la molestia, de pequeñas consecuencias médicas y suelen ocurrir o por la noche (calambres nocturnos) o durante un ejercicio inusualmente prolongado (calambres de esfuerzo). Está claro que la propensión a los calambres es diferente: a unos no les afecta casi nunca; otros siempre acaban con calambres si corren la suficiente distancia.
Los calambres de esfuerzo tienden a ser padecidos por personas que corren más distancia o más rápido de lo que están acostumbrados. Otros factores de riesgo identificados para los calambres musculares incluyen una mayor edad, un largo historial como corredor, un índice alto de masa corporal, escaso tiempo diario dedicado a estiramientos, irregulares hábitos de estiramientos y antecedentes familiares de calambres (Schwellnus 1999).
Así, el atleta cuyo rodaje habitual más largo es de 30km es probable que desarrolle calambres musculares durante los últimos pocos km de un maratón standard, especialmente si es irregular en los estiramientos y tiene antecedentes familiares. No hay evidencias de una gran alteración de los niveles electrolíticos sanguíneos en corredores con calambres (Maughan 1986; Schwellnus 1999), ni tampoco de la teoría según la cual ingerir electrolitos (como cloruro sódico, magnesio o zinc) previene el desarrollo de calambres. La deshidratación tampoco parece una buena candidata; los corredores que sufren calambres durante el ejercicio no tienen más probabilidad de deshidratación que el resto durante una misma carrera. Una excesiva ingesta de líquido tampoco parece que tenga que ver. Ahora, una hiponatremia (baja concentración de sodio en la sangre) inducida por una excesiva ingesta de líquido sí que puede llevar a tener calambres.
El primer factor que parece reducir el riesgo de calambres es simplemente un mayor entrenamiento, especialmente largas distancias para los que corren maratón. También puede ser de valor tanto el prestar atención a una adecuada reposición de líquido y carbohidrato antes y durante el ejercicio, como el no correr muy rápido demasiado pronto en la carrera.
Otro factor que puede ser importante es una adecuada atención a los estiramientos antes y durante un ejercicio prolongado. El director de la Universidad de Cape Town Sports Medicine Program, Martin Schwellnus (1999), ha aportado convincentes evidencias de que los calambres musculares provienen de alteraciones en la sensibilidad de los reflejos originados en los receptores de la tensión de músculo y tendón. Está postulado que durante un ejercicio prolongado el reflejo de estiramiento inverso, que inhibe una excesiva contracción muscular, se vuelve inactivo debido a una reducida sensibilidad de los órganos tendinosos de Golgi del tipo Ib, mientras que los impulsos estimulatorios desde las neuronas motoras alpha en la médula espinal hacia las fibras musculares del tipo Ia y II se incrementan. La estimulación de los husos musculares incrementa la probabilidad de que los músculos se contraigan. Se ha argumentado que esos cambios ocurren especialmente en músculos que se contraen en una posición acortada durante largos periodos de tiempo. Ejemplos típicos son el músculo diafragmático en cualquier actividad, el tendón de la corva y los cuádriceps en corredores y ciclistas y también los músculos de la pantorrilla en nadadores o durante el sueño nocturno. Sólo los músculos sometidos a frecuente estiramiento durante el ejercicio prolongado pueden estar prevenidos frente a los calambres. Es el estiramiento del músculo el que activa el reflejo de protección del estiramiento, originado en los tendones de Golgi.
Sin una frecuente activación de este reflejo protector, el músculo puede llegar al espasmo. La teoría de Schwellnus predice que los calambres podrían ser prevenidos si la actividad del reflejo miotático inverso es mantenida durante el ejercicio prolongado. Eso se consigue con un regular estiramiento de los tendones de los músculos afectados. Este estiramiento reactiva el reflejo dormido.
Sin embargo, está claro que aquellos atletas que sufren severos calambres musculares durante un ejercicio prolongado no se benefician de ningún consejo de los que actualmente podamos darle. Presumiblemente, estos atletas tienen un incontrolable incremento en la actividad del huso muscular que le lleva a un calambre incontrolable. Es posible que algunos de estos atletas tengan un defecto orgánico en el diseño de sus husos musculares, si bien pequeño como para causar problemas durante las actividades diarias, incluyendo la carrera. Pero les impide una contracción muscular normal en una tirada sostenida durante más de unas pocas horas. Puesto que el asunto es bastante raro y de poca importancia médica, pueden pasar algunos años hasta que resulte suficientemente atractivo para la investigación y hasta que la causa de la anormalidad sea identificada.
La causa de los calambres nocturnos también es desconocida, pero probablemente no difiera de la de los calambres de esfuerzo. Estirar los músculos afectados antes de acostarse cada noche ha resultado ser una buena prevención, como sugería con precisión la teoría de Schwellnus. Adicional apoyo a esta teoría viene del tratamiento del llamado flato.
En contraste, la quinina (antipirético. antipalúdico y analgésico), que es ampliamente prescrita en el tratamiento de los calambres nocturnos, parece no tener ningún efecto significativo en este caso (Sidorov 1993); y además no debería ser prescrita, pues causa efectos de flojera."