El 29N el Real volvió a perder con el Barça. Tras el cabreo por la derrota, no tardaron en consolarse acudiendo al socorrido método de magnificar los buenos detalles ninguneando el resto.
Esa misma mañana a mí me ocurrió lo contrario. Corrí el maratón de Donostia, sufrí muchísimo y se me fue en un cuarto de hora mi objetivo. Lo acabé autoanimándome a gritos, feliz y orgulloso de haberlo conseguido. Pero es hora también del análisis y la autocrítica. De la lección no bien aprendida que me había impartido el maratón en su edición finlandesa del pasado agosto.
Tras una preparación benevolente con mi cuerpo por el modesto kilometraje, al tiempo que llena de competiciones exitosas en distancias intermedias, me presento en San Sebastián relajado y confiado con el objetivo de redondear una gran temporada intentando la siempre difícil hazaña de correr un maratón en menos de 3h.
Salgo con mi amigo Carlos Payán. La táctica parece perfecta: empezar prudentes, recuperar un poco camino de la mitad, y la carrera dirá si quedan fuerzas al final para atacar marcas. Y así empezamos. La primera vuelta parece de trámite, coincidimos un poco con Landes y la solventamos fácil en 21:20. Fenomenal.
Al cruzar el estadio la bici con el cartel de 3h se pone en marcha justo detrás, y al poco nos empieza a engullir el gran pelotón. El problema es que ahora pasamos por calles estrechas, pivotes, arcenes. Esto es peor que París, y en vez de correr toda la atención está en no tropezarse con algo o con alguien. Pasamos por el Kursaal: km10 en 42:10. Muy bien.
Pero en el km 12 no aguanto más seguir así. Como nuestra intención era aumentar el ritmo poquito a poco, decido abrirme y adelantar al gran grupo para correr un poco más tranquilo. Primera decisión importante y a la postre equivocada, hubiera sido mejor todo lo contrario.
Me siguen Carlos y Leo. Cruzamos el túnel de Ondarreta y el viento da de cara. La intención es adelantarse e ir acercándose poco a poco al grupito que se ve por delante. Pero el estar en cabeza del grupo y acelerar muy suave provoca que la bici nos siga. Le digo al ciclista que no tire, que queremos hacer el corte.
Al final avanzamos por la avenida y acabamos dando caza a compañía más relajada. Pasamos el km15 en 1h03min. Han sido 5km a 4:10. Debería haberme dado cuenta de que era el momento de plantarse, pero aprovechando la inercia de la bajadita salgo a la avenida con ganas de estirar un poco más las piernas. Sin mirar atrás, voy cogiendo corredores y adelantando posiciones.
Por fin estoy disfrutando de la carrera. Con la sensación de estar disputando algo. Noto a Leo a mi izquierda, vaya carrerón se está marcando. Carlos debe seguirnos cerquita, hace bien regulando un poquitín. Km18 1:15:30. Nos dirigimos al centro.
Entre el km20 y el km21, pasando por San Martín y Easo, la animación es increíble. Mucha gente y enorme griterío. Mientras adelanto, dice uno a su colega: tranquilo, que luego se paga. Le doy la razón, pero es lo que me está pasando a mí. No puedo sustraerme a la emoción del momento y sigo tirando. Mis compis no parecen seguirme y voy lanzado al paso de la media: 1:28:21.
Llevo un ritmo bonito, disfruto corriendo así; rodeando Amara Nuevo voy camino del estadio, y mientras lo cruzo creo recordar que voy mejor que el año pasado. Miro para atrás y no consigo ver a los colegas, no deben andar lejos. De camino al centro llego al km25. Mientras bebo unos traguitos de agua consulto el reloj: 1:44:24. Estoy corriendo casi a 4:05 y, por primera vez, empiezo a pensar que me estoy colando.
Salgo a la Avda. de Sancho el Sabio y se me juntan dos cosas: el pensar que hay que aflojar un poquito el ritmo y el sentir que ya no puedo aguantar ese ritmo. Urbieta se me hace largo. Boulevard, Kursaal, ya no es como la primera vuelta: entonces iba contenido, ahora me fallan las fuerzas y me duele la cadera por todos los tendones.
En el km28, girando en la rotonda de Gros, distingo a Carlos: en breve me dará alcance. Las sensaciones van a peor y el ritmo declina inexorablemente. El km30 está en el Paseo de la Concha y un poco antes llega Carlos. Le digo que siga, que no hay nada que hacer. Que tampoco va él muy bien, me dice, y le veo alejarse poco a poco. En Ondarreta me pasa Leo y le doy ánimos, deseando que confirme la gran carrera que lleva.
El Antiguo, Tolosa, me arrolla y sobrepasa el grupo sub3h; apenas ni hago amago de intentar seguirles. El Infierno, Portuetxe, la frustración de querer y no poder. Me cruzo primero con Carlos y luego con Leo, que ya pasan bajando rápido hacia el km35. De mala manera llego a la rotonda y giro yo también. Consigo recuperar un poco el fuelle, como plátano, se me cae toda la bebida isotónica a la zapatilla y miro el reloj. Km35 2:29:13. Diez kilómetros de sufrimiento a 4:28. Y quedan siete.
Por un momento echo cuentas por encima y se me ocurre pensar que quizás sea todavía capaz de recuperarme y hacer 7km en media hora. Iluso de mí. La Avda. de Tolosa me devuelve a la realidad con toda la musculatura de las piernas en estado de alarma. Apenas puedo avanzar hasta que, llegando al km36, a la altura de la Universidad, es el vasto interno el que como casi siempre decide contracturarse.
Me quedo clavado. Imposible moverme. Llega una estudiante de fisio y me ayuda a tumbarme en el asfalto. Esto se acabó, como en Finlandia. En el mismo kilómetro. Veo pasar decenas, centenares de corredores, mientras esta encantadora chavala intenta revertir mi invalidez. Pasa Landes, que me anima. Bebo bastante agua y entre dos me levantan a pulso, no puedo doblar las piernas. Intento seguir, aunque sea andando. Poquito a poco consigo primero trotar muy muy suave y luego algo más ligero.
¡Avanzo! Con mucha paciencia me voy acercando a Ondarreta y La Concha. Me pongo la braga tapando cuello y cabeza, pues tengo frío. Con esfuerzo y dolor cruzo dignamente San Martín y Easo. Qué diferencia con la vuelta anterior. La afición hace milagros y enfilo hacia Amara. Por fin km40. Llevo ya 3h, y deseo que mis compis estén en meta. El percance me ha hecho emplear 31min en los últimos 5km. Quizá consiga llegar en diez minutillos más, el estadio se acerca.
Peeeero, la musculatura amenaza de nuevo con bloquearse. Es un querer y no poder. Lástima, porque de fuelle voy sobrado, podría ir charlando tranquilamente. Me veo obligado a ir más y más despacio, sabiendo que de un momento a otro volverá la contractura. ¡Auhhhh! Otra vez en el mismo sitio. Me apoyo en un coche y levanto la punta del pie, a ver si remite un poco. Imposible agacharme ni doblar la pierna.
Cuando creo que puedo intentarlo empiezo a andar de nuevo, y hasta andar es complicado. Pero esto es una carrera, así que entre gritos de dolor me pongo a trotar tirando de brazos para aliviar en lo posible lo traumático de los impactos. Alrededor del estadio el gentío es impresionante y esto va a ser sí o sí. Entre aplausos y gritos de ánimo rodeo el estadio.
Último kilómetro. Yo soy mi primer fan. Acompaso mis cortas zancadas con los continuos gritos de ánimo que me doy a mí mismo, apa…. apa…. apa…. apa…. Apenas veo, pues los ojos se cierran con el rictus contraído. De ésta llego. Busco la boca del estadio, me quito la braga de la cabeza y entro por la rampa.
No están llenas las gradas para recibir a los héroes, eso parece reservado para el equipo txuri-urdin, pero da impresión. Aprieto todo lo que puedo dando la vuelta a la pista, me empujo a gritos y enfilo la recta de meta. Lo voy a conseguir, 3 horas y 13 minutos de odisea. Levanto los brazos feliz, como si entrara ganador.
Veo a Carlos, que me espera tiritando. Ha bajado de 3h con holgura, nos abrazamos y rápido a buscar calor y alimentos. Leo también lo ha conseguido, genial. Al poco vemos a Poliloco, Landes, Loboaullador… todos contentos, y no es para menos. Han conseguido lo que perseguían, pero sobre todo acaban de vivir la indeleble experiencia de correr un maratón. Cada uno lo ha vivido a su manera, incluso de formas muy diferentes, pero todos sabemos de qué estamos hablando, de algo grande.
Aquí estamos pinter, jabo, poliloco, whitaker, vredaman, carlitros, landes, quique y loboaullador. Todo un plantel apoyando al pintxos aranzabal.
Mis felicitaciones a todos los amigos atletas, esa cuadrilla en constante expansión, que han conseguido hacer tan ameno como instructivo el largo periodo de preparación. Ale, y a pensar ya en la próxima.
Mis felicitaciones a todos los amigos atletas, esa cuadrilla en constante expansión, que han conseguido hacer tan ameno como instructivo el largo periodo de preparación. Ale, y a pensar ya en la próxima.