_ Pasa -dijo la sobrina-, quiero presentarte a mi tía. Quiero que le digas lo que yo te inspiro; lo que yo soy para ti y cuáles son nuestras intenciones.
Detrás de la sobrina apareció la señora. Ambas salieron al rellano, sobre el felpudo.
_ Pasa -dijo la señora-. Entra. Puedes entregarme ese mensaje. Llevo esperándote toda la tarde.
Dio media vuelta y descendió la escalera con apresuramiento, agarrado al pasamanos y pisando con aplomo los peldaños recién encerados, cuidando de no hacerlo sobre las hojas de periódicos atrasados para no resbalar.