Mamá
- Mamá lo sabía todo -dijo mi hermana Sally-. Era bruja. Incluso ahora que está muerta me da miedo que pueda verme.
- A mí también. Me preocupo sobre todo cuando meto la pata hasta el fondo. Lo más triste es que cuando hago algo bien me gustaría que me viera. "Eh, mamá, fíjate en esto." ¿Y si los muertos andan a su antojo mirándonos a todos, partiéndose de risa? Dios, Sally, eso suena como una de las cosas que diría mamá. ¿Y si resulta que soy igual que ella?
Nuestra madre se preguntaba cómo serían las sillas si dobláramos las rodillas del revés. ¿Y si a Jesucristo lo hubieran electrocutado? En lugar de llevar crucifijos en las cadenas, la gente iría por ahí con sillas colgando del cuello.
- A mí me dijo: "Hagas lo que hagas, no procrees" -recordó Sally-. Y que si era tan idiota como para casarme alguna vez, me asegurara de elegir a un hombre rico que me adorara. "Nunca, jamás te cases por amor. Si amas a un hombre, querrás estar siempre a su lado, complacerlo, hacer cosas por él. Le preguntarás: "¿Dónde has estado?" o "¿En qué estás pensando?" o "¿Me quieres?". Así que acabará pegándote. O saldrá a por cigarrillos y no volverá."
- Mamá odiaba la palabra "amor". La decía con el mismo desprecio que la gente dice la palabra "furcia".