Pues ahí delante estábamos Ricardo Culebra y un servidor, listos para despedir el año corriendo, como nos gusta. Poco entrenamiento desde el maratón de Frankfurt y varios kg cortesía navideña. Pero con ganas de darlo todo. Intención: ir con Ricardo hasta donde pueda y luego regular hasta meta para no reventar.
17:30h 3,2,1,0. Estampida. Y suerte que se empieza subiendo un cuestón, que si no vaya peligro. Con el mogollón que somos y lo rápido que sube Ricardo casi le pierdo nada más salir. Pero llega el alto, giramos a la derecha, y todo empieza a estabilizarse. Menos el ritmo. Con la primera bajada, el 2º km lo hemos hecho por debajo de 3:30. Esto no tiene futuro, pero... carpe diem, ja ja ja.
La garganta me quema, una salida tan rápida es estresante para el body, todo el calentamiento había consistido en media hora quieto parao en la línea de salida. Tenemos justo delante el globo de 38´. Nos vamos acercando a él y el pulso se tranquiliza un poco. Las sensaciones son muy buenas, de ligereza incluso (con 6kg más que hace 2 meses, ji ji ji). Estamos en la zona pija de Serrano. Por suerte todavía es de día, así que no ha habido que sufrir la recargadísima iluminación navideña. A pesar de la exigente velocidad, estoy pensando que acoplarse el mayor rato posible al grupito de 38´ nos haría mucho bien.
Y es justo en ese momento cuando Ricardo demarra (sic) y abandona el grupo. Cabrónnnn, no me hagas esto. Tras una leve vacilación debida a mi natural acomodaticio, salgo a por él. Dije que le acompañaría hasta donde pudiera, así que allá vamos. Sin mirar atrás, nos lanzamos de cabeza contra la Puerta de Alcalá, la esquivamos por la derecha, avistamos Cibeles y zas. Una baja en la manada de búfalos. No creo que fuera un disparo, alguno se cruzó y la cuesta y la inercia hicieron el resto. El chaval cayó tendido al asfalto y rebañó un buen puñado de metros hasta parar. Suerte que chocó con el público, porque aquello parecía una de esas caídas de ski que se ven en la tele en las carreras de descenso o gigante.
Con la adrenalina de los supervivientes fintamos Cibeles por la izquierda y salimos al paseo arbolado. Velocidad de crucero hasta el Museo del Prado. Cartel de km5. A ver qué dice el reloj... 18:16. Alaaaaaa la que hemos liado. Pero si nunca he pasado por aquí más rápido de 18:30. Y Ricardo a lo suyo. Una zancada, dos, cuatro, poco a poco se me va. En fin, misión cumplida, le deseo lo mejor. Al pasar por Atocha, un flato molestísimo. Imposible seguir tan al límite, y con lo que queda. Decido (qué remedio) aflojar en la cuesta abajo. Dos km hasta el Puente de Vallecas en los que me doy una leve tregua mientras intento respirar un poco más hondo, a ver si se va el dolor.
Y sí, entrando en Vallecas el flato amaina, pero empieza la cuesta. Cuesta arriba, se entiende. Un kilómetro enterito. No es que sea muy muy empinada, pero con las fuerzas justas esto se hace un calvario. Siempre estirando el cuello, con la esperanza de que sea la siguiente bocacalle la del giro a la derecha. Pero no. Esta no. La siguiente tampoco. Ni la otra. Cuando al fin llega, el alivio es grande. Ahora parece ir un poco en descenso, pero a estas alturas todo cuesta.
En esto que alguien grita "venga 38". Lo que faltaba para dar ánimos, que me pille el globo. Viene solo. Me pilla y se va. Cartel de km9. Miro el crono. Bueno, si hago este último km por debajo de 4´ tengo alguna posibilidad de hacer honor a mi pulsera sub38 que me permitió salir en cabeza. Sería la leche para un día como hoy, en el que me imaginaba sinceramente peleando el sub40. Aprieto los dientes e intento que el globo no se escape, es mi referencia. Vamos, vamos, allí está la curva a la izquierda. La corta cuesta empinadísima, a bloque. Giro y sprint a meta. Va, va, va... ¡ondo mutil!
Enseguida veo a Ricardo, que también ha conseguido su ansiado sub38. Así que nos largamos de allí, más felices que unas perdices. Jua, qué bien estuvo. Ahora a ponerse hasta arriba de comer esperando las uvas. Feliz Año Nuevo. Urte Berri On.
37:57 (21º VM45)